LIC.ENRIQUE PEÑA NIETO
PRESIDENTE DE MÉXICO
Presidente Peña:
Por más que usted esté en otros niveles socioeconómicos,
podrá percibir por todos lados de nuestro querido suelo patrio: violencia,
hambre y exclusión. Duele ver cómo cada día va creciendo la brecha entre ricos
y pobres; la desigualdad social es una bomba de tiempo; ¡cómo nos vamos
deshumanizando!; cómo se va perdiendo la soberanía mexicana por la vía de las
privatizaciones neoliberales. Duele sentir los aprietos económicos de los
trabajadores, bueno, los que tienen el privilegio de ser explotados. Otros, millones,
ni siquiera tienen empleo. Toda esa pobre gente ¡Nunca podrá acceder a una
mejor calidad de vida, a la que tiene derecho! Está condenada a la
subsistencia. Todo ser humano tiene derecho a contar con iguales
oportunidades. Todas, todos, valemos lo mismo.
El País que usted preside, no es un desierto heredado, ni
está en venta; es una porción geográfica superdotada, habitada por un pueblo
sufrido, con profundas raíces culturales y de hondas espiritualidades. La
ubicación geográfica nacional es envidiable; no por tener a Estados Unidos al
otro lado, sino porque puede ser enlace entre el Norte y el Sur,
amén de facilidades climáticas, y por muchas razones más. La forma como usted
está conduciendo al país pone al México en el riesgo de convertirse en una
empresa comercial, y a su diplomacia, en agencia de ventas, en lugar de
priorizar las relaciones humanas, culturales, con el mundo, sobre todo con
Centroamérica.
La realidad es que, registramos más de 53 millones de
pobres, destacamos en desapariciones forzadas, feminicidios, secuestros, trata
de personas, persecución y muerte de periodistas, extorsiones, bulling, primer
lugar mundial en consumo de alcohol; de agresiones, desapariciones y asesinatos
de sacerdotes católicos. ¡Estamos asfixiados por la corrupción!; la impunidad
es un cáncer. Todo esto ¡va imparable!
Tenemos que reconocer que somos uno de los países más
corruptos del mundo, y que seguimos practicando la tortura, sobre todo por
parte de corporaciones policíacas.Los transmigrantes han sufrido torturas
físicas y sicológicas en estaciones migratorias mexicanas, como la
vergonzosa cárcel migratoria de Acayucan, Veracruz, por los mismos agentes de
migración y policías auxiliares del CUSAEM.
Por cierto ¡qué buen negocio es la inseguridad! Por un lado,
el gobierno no proporciona seguridad a la ciudadanía. Para ésta, hay 40
mil policías federales que, más que proteger, hay que protegerse de ellos. Pero
para quien pueda pagar, y AUTOPROTEGERSE, hay 600 mil policías privados
alquilables. Las ganancias, millonarias, por supuesto, van para el mismo
círculo político, los patrones, que son juez y parte.
Las comunidades pobres, que no pueden pagar protección
privada, se defienden como pueden, del crimen organizado y del mismo gobierno.
A la autodefensa de los pobres, el gobierno la considera fuera de la ley; los
pobres, la consideran defensa propia extrema. El gobierno, ni protege, ni deja
a las comunidades protegerse. Los líderes de autodefensa y cualquier líder
crítico, son incómodos, y tarde o temprano se encontrará la forma de
eliminarlos. Muchos de ellos han sido asesinados en “accidentes” No hay
voluntad para dialogar con ellos; tampoco hay valor para matarlos de frente.
Serán cada vez más las y los que estén dispuestos a defenderse y defender
pacíficamente a México.
En este contexto nacional desolador, nuestras hermanas y
hermanos migrantes, han llevado siempre las de perder: son los más
golpeados en todas las formas posibles. La población transmigrante es
especialmente la más vulnerable, pues es víctima de los más graves delitos, y
es con la que el Estado mexicano tiene una responsabilidad histórica, por
tratarse de crímenes de lesa humanidad perpetrados en territorio nacional. Y le
recuerdo ¡que éstos, no prescriben! El Estado Mexicano ha sido incapaz de
protegerla. Quienes los defendemos estamos amenazados y con frecuencia se nos
impide nuestro servicio de protección, que el Estado no puede cumplimentar. Ni
protege, ni nos deja protegerlos, como se establece en la Ley de
Migración.
El gran movimiento migratorio es un signo formidable
de transformación global. En los migrantes se están jugando los destinos
de la humanidad. A través de ellos Dios nos está llamando y comienza un nuevo
proyecto alterno a nuestro mundo envejecido y ciego. Él, es portador
también de ética y espiritualidad. Los efectos del gran éxodo migratorio, ya
nadie lo podrá detener, porque ya llegó y seguirá llegando. Él será el pionero
de una mejor humanidad.
En México, una percepción común entre ciudadanos y feligreses,
es el descuido de sus autoridades hacia ellos; andan como ovejas sin
pastor. Muchos no esperan ya nada de la clase política que los ha traicionado
tantas veces, y existe una enorme desconfianza hacia el gobierno que
usted preside. Experimentan incertidumbre porque no ven de dónde
pueda venir el cambio tan anhelado desde hace sexenios. Ha callado
la voz profética de muchos de nuestros Pastores, quienes parecen no ver ni
sentir nada de lo que está pasando, y sí en cambio se comportan como una
Iglesia complaciente y agradecida con un gobierno simulador. Otros Pastores más
sensibles, trabajan en silencio, superando el miedo. No pocos sacerdotes están
muy inquietos ante todo lo que está sucediendo. Y ya no se diga las religiosas
que han sido las más cercanas y comprometidas. No, usted ya no puede esperar
una Iglesia incondicional: el Reino de Dios y su justicia, es prioritario.
Nuestra Nación se declara mayoritariamente cristiana,
católica y guadalupana. Dice amar al Papa. Usted anuncia en el exterior que
somos un país democrático y respetuoso de los derechos humanos y festeja con la
clase política a modo y empresarios, sus “reformas” estructurales. Reformas al
vapor, hechas a ritmo de intereses pactistas, pero sin la mínima intención de
consultar al Patrón que le paga a usted: el Pueblo mexicano. Poco a poco
presidentes sin conciencia han ido rematando nuestros recursos. Lo que falta de
entregar, seguramente que lo consumará usted en las leyes secundarias de SUS
“reformas”. ¡Los ricos de arriba y los de fuera, podrán servirse ahora con la
cuchara grande! Mientras las mayorías seguirán relegadas y cada vez más
dependientes. Estamos entrando a la etapa de un México neofeudal.
¿Aguantará esto la gente?
Fuera de la retórica mesiánica, siempre referida a un futuro
mejor que nunca llega, y que “ahora sí vamos a crecer el 4%”; fuera de los
autoelogios permanentes de sus funcionarios, se simula, se finge que
no pasa nada; que México está mejorando. Y tal vez sí, pero para unos cuántos,
para la oligarquía: los que detentan el poder y poseen el dinero. Para ellos y
sus allegados, siempre hay rebanadas del pastel y el privilegio de una
institucionalidad oficial a su servicio. Así nos han traído con falsas promesas
que nunca se cumplen. Si anuncian que habrá fuerte inversión del exterior, lo
que no dicen que todo finalmente de irá al exterior. Un ejemplo: Gas Fenosa da
el 1% de sus ganancias a hermanos zapotecos del Istmo de
Tehuantepec, Oaxaca, y ella se queda con el ¡99%! ¿Esa es la prosperidad que
nos espera con las transnacionales?
Para defender los intereses de banqueros, financieros,
políticos y altas esferas sociales, está todo el aparato estatal dispuesto a
“salvaguardar el estado de derecho” y para proceder en todo momento “con
estricto apego a la ley”. Con leyes a modo, se privilegia a unos y se excluye a
otros. La corrupción ha llenado las cárceles de inocentes y chivos expiatorios;
mientras que funcionarios y exfuncionarios ladrones, gozan de impunidad y andan
libres y hasta con comisiones oficiales.
Al mismo tiempo que se va criminalizando la protesta social,
se alejan la transparencia, la rendición de cuentas y la revocación
de mandato. Va creciendo la distancia entre autoridades y sociedad civil.
Es más fácil comprar voluntades, manipularlas y reprimirlas,
que escucharlas, ponderarlas y construir con ellas el bien común; especialmente
con los de abajo, con el sector crítico, académico, disidente, con la
autodefensa, con periodistas, con jóvenes, con mujeres. Sin ellas y ellos,
¡México es insalvable! Ninguna fracción social, o partido, aislados,
podrán sacar a nuestro País de la crisis generalizada que padecemos. Se
requiere de la convergencia de todas las instituciones, instancias de gobierno,
iglesias, sector productivo, de las voces disidentes, de toda la sociedad para
construir un gran acuerdo nacional, democrático, equitativo, incluyente y
corresponsable.
Pero a un año de su gobierno, todo apunta a un sistema de
control de dominio. Se fortalece la administración centralista, en detrimento
del federalismo, exponiendo a México a las presiones de poderes fácticos.
Instituciones de autoridad y responsabilidad social, como la CNDH, IFE,
CONAPRED, IFAL, entre otras, que deberían ser autónomas y neutrales para
asegurar su imparcialidad, van entrando poco a poco en este dominio oficialista
central. Estas instituciones, no son un condimento democrático; cada una,
responde a unos derechos humanos; son patrimonio social, no instrumento
electorero.
Si esto no para, lo que sigue es una dictadura. Usted, es el
primer servidor del país. La soberanía y mando supremo, radica en el Pueblo de
México, a quien usted no le consulta sobre decisiones trascendentes que afectan
su vida y comprometen su futuro. Usted buscó la Presidencia del País, ¡pues
sírvalo! Desde hace muchos años, el México de abajo espera beneficios reales de
sus presidentes. Usted no consulta a la ciudadanía, porque no cree en ella;
¡pero ella tiene todo para salir de esta crisis y refundar el país!
El Movimiento Zapatista es la mejor prueba de otra vida
libre, digna, integral y compartida, es posible. Las y los Hermanos Zapatistas
son una gran inspiración: se informan, toman conciencia, deciden consensando
todo en bien de la comunidad, se organizan, trabajan en conjunto. Pero por
encima de todo, se han sacudido valientemente toda subordinación humillante o
explotadora. Están dispuestos a defender sus recursos, porque son patrimonio de
ellos y de la comunidad venidera. Ellos no venden su tierra por que no es una
mercancía. Hace años descubrieron sabiamente que tienen que cuidarse de
políticos corruptos y de los malos gobiernos.
Si se sigue optando por privilegiar a las élites y los
sectores más favorecidos (nacionales o extranjeros), lo que le espera a México
¡es un infierno para todos! En una situación incontrolable, ¡ni usted tendrá
condiciones para terminar su mandato! En años venideros estaríamos acuñando una
nueva categoría migratoria: ser extranjeros explotados en su propia tierra, al
servicio del sector financiero. Ya no tendríamos que migrar a esa gran
propiedad privada que es Estados Unidos; los mismos dueños de allá, correrán
sus fronteras hasta el sur. De hecho, desde hoy podemos preguntarnos: ¿Quién
gobierna realmente México? El Gobierno ¿gobierna, o administra? Y
administra mediáticamente. Hoy se puede gobernar hasta por TV. Y usted ¿no
acabará siendo un empleado de alguna transnacional, como sus compañeros
anteriores?
Sin embargo, para Dios, no todo está perdido. Profundos
cambios se están procesando en las conciencias acrisoladas, hambrientas y
sedientas de justicia de mucha gente, en México, en nuestro Continente y en el
mundo entero. ¡Los días de la corrupción y la acumulación desmedida, están
contados! Jesús, el ÚNICO Rey, y ÉL tiene la última palabra. El Espíritu Santo
trabaja incansablemente en la gestación de un mundo nuevo, para todas y todos,
en el cual no reine nunca más el ídolo del pinche dinero. Las redes de nuevos
constructores se están tejiendo ya en todo el Globo.
El otro Camino que puede seguir nuestra querida Nación tan
lastimada, es el camino de Jesús: el camino del Reino de Dios; o su versión
guadalupana: el gran proyecto del Tepeyac. Ambos, proponen la construcción de
una nueva sociedad tejida de abajo a arriba, iniciando con la participación de
los pequeños, de los que no cuentan, ni importan, como sujetos de
una historia de justicia e igualdad; con oportunidades y los mismos derechos,
de jure y de facto, para todas y todos; sin rapiña de recursos, ni acumulación
de bienes.
Estamos en deuda con Jesús y con María de Guadalupe: les
construimos templos, les rezamos, los amamos, pero no los obedecemos, porque no
estamos levantando esos templos vivos que nos pidieron; ¡Porque no estamos
integrando una nueva sociedad! El Reino de Dios que Jesús nos ordenó se
verifica en relaciones justas, igualitarias, incluyentes, amorosas,
transparentes. Sólo así podremos tener la paz anhelada.
Usted tiene dos opciones: escuchar las voces del dinero, o
escuchar los llamados al Reino de Dios a través del Pueblo. Lo que decida
traerá consecuencias, porque no se puede servir a dos señores: a Dios y al
dinero. Si quiere paz para nuestro País, trabaje por la justicia, iniciando la
reconstrucción del país, desde los sectores más golpeados. No insista en
reconstruir la imagen de México en el exterior. No son cosméticos los que
requiere el país, sino una transformación profunda y justa.
Ruego a Dios Padre de todos y todas, que le ilumine para
aprovechar su gracia en estos momentos cruciales para México, nuestro
Continente y para el mundo entero. Que los Evangelios sean su inspiración y el
Reino de Dios su programa.
Pbro. José Alejandro Solalinde Guerra
Misionero del Reino de Dios.
Albergue de Migrantes Hermanos en el Camino
Ciudad Ixtepec, Oaxaca, 26 de diciembre de 201
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