jueves, 23 de diciembre de 2010

Crónica del 13 aniversario de Acteal



20, 21 y 22 de diciembre - 2010, en la conmemoración del 13 aniversario de la masacre de Acteal.

Carretera arriba desde San Cristóbal de las Casas, casi dos horas de andar nos separan de nuestro destino. Al llegar, un cartel de tela pende que sobre la ruta adelantito de la Columna de la Infamia anuncia “13 años guardando memoria y esperanza”.

La convocatoria a estos 3 días de actividades por la conmemoración de este nuevo aniversario también nos recuerda que en la cosmovisión maya el 13 significa la unión del cielo con la tierra. Son 13 los niveles para subir al cielo. Y con 13 velas oran los ancianos.

Pero, ¿por qué estamos aquí?
La tierra sagrada de Acteal fue declarada en diciembre de 2009 sitio de Conciencia de la humanidad, para inspiración de todos y todas quienes luchan por la justicia.

Para este pueblo y para todos y todas quienes nos solidarizamos con él, el 13 representa además los años de impunidad de la masacre. Representan nuestra memoria viva.

Un 20 de diciembre pero hace 13 años atrás, la comunidad comenzaba un ayuno que pedía por la restitución de la paz y el fin del hostigamiento de los paramilitares. Dos días después ocurre la masacre en la que 45 mujeres, hombres y niños y 4 no natos pierden la vida en mano de esas mismas armas paramilitares. Desde entonces, en este lugar sagrado se ofrece la sangre derramada. Como cada año, el encuentro es contra el olvido, por la Justicia y la Verdad.

Celebración y recordatorio por los mártires de Acteal en la comunidad donde sucedieron los hechos.

Nos une un motivo: que este crimen no quede impune. También una esperanza.
La actividad inaugural de este encuentro fue un Festival que celebra y visibiliza que los pueblos organizados no buscan “desestabilizar al gobierno” como gustan decir los medios de comunicación masivos, sino reescribir su propia historia de una manera creativa. Esa historia que fueron obligados a callar durante siglos.

Durante el primer día aprovechamos el tiempo de espera para compartir, conocernos, reencontrarnos. El recorrido del sol hacia el atardecer es acompañado por la llegada ininterrumpida de gente. Poco a poco los alrededores se llenan de color y aromas que vienen de esa naturaleza tan elocuente en estas latitudes. Al caer la tarde sobre el auditorio, se inician el festival. Con su Canto de Bienvenida en tzotzil y español nos recibe el Coro de Acteal junto al grupo de rock tzotzil Sak Tzevul.

Las actividades a los largo de estos tres días quisieron (re)crear en cada uno de nosotros una forma de vida que está en nuestro conocimiento, en nuestros corazones.
Casi inadvertidos atravesamos momentos donde fluyen sentimientos de hermandad, de verdadera unión en armonía y una paz que nos regalan sus sonrisas que también reflejan el dolor. Un dolor con la fuerza que refleja la entereza de su lucha. “Nos tenemos que pedir permiso a nadie para vivir libres en nuestro propio territorio”.

Los aplausos constantes manifiestan la alegría de quienes escuchamos, pero también nuestro compromiso.

La festividad del primer día fue seguida por el Encuentro Tejiendo Resistencias y Autonomías frente a la Contrainsurgencia y la Dependencia. Acompañaron otros pueblos organizados de Chiapas y compañeros y compañeras de Atenco, entre más. Y es que en Acteal se vive lo que en otros sitios muchas veces se sueña: compartir experiencias para sentir que no estamos solos, que entrelazamos y construimos juntos la autonomía de nuestros pueblos.

Al final de las jornadas, un nuevo 22 de diciembre convocó a personas de la comunidad y de muchas otras partes de México y del mundo para concluir la conmemoración del 13 aniversario de la masacre. Somos parte de la memoria de un pueblo que no olvida y que sin embargo no guarda rencor. Un pueblo que rompió sus cadenas con imaginación, justito ahí donde “no podrán controlar nuestra conciencia”.

Un pueblo que, como nos cantaron los jóvenes de Bachén, sabe que con sólo rezar no alcanza y se levanta cada día, ¡a caminar el camino que desean vivir!

La junta militar impuso el terrorismo de Estado

Juicio a la dictadura Argentina
La junta militar impuso el terrorismo de Estado
Familiares de víctimas celebran la condenaFoto Ap
Stella Calloni
Corresponsal Periódico La JornadaJueves 23 de diciembre de 2010, p. 3
Buenos Aires, 22 de diciembre. Los desaparecidos son eso: desaparecidos. No están ni vivos ni muertos, están desaparecidos, dijo en 1980 el dictador Jorge Rafael Videla, respondiendo con una sonrisa a una pregunta de periodistas sobre las denuncias internacionales en relación con lo que sucedía en Argentina.El 24 de marzo de 1976, como comandante en jefe del ejército, Videla encabezó el golpe de Estado contra el gobierno de Isabel Martínez de Perón y fue designado presidente de facto. Integró la junta militar con el contralmirante Emilio Massera, por la marina, y Orlando Ramón Agosti, por la fuerza aérea.
Los primeros pasos fueron la disolución del Congreso, la imposición de la ley marcial en todo el país y ejercer el gobierno mediante decretos. Desde las primeras horas se realizaron detenciones, incluyendo a gobernantes, funcionarios, y otras más selectivas. Se impuso el terrorismo de Estado.Y desde esos mismos momentos comenzaron los asesinatos y las desapariciones forzadas, como se registra en lo que fue la primera investigación de una comisión creada por el presidente Raúl Alfonsín, el primero de la recuperación democrática, en 1983.
El libro Nunca más recoge una de las historias más terribles de América Latina, y esa investigación abriría la puerta al Juicio a las Juntas, en 1985.Lamentablemente, ante presiones militares y políticas, en 1986-1987 fueron enviadas y votadas por el Congreso las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que establecieron la impunidad para los centenares de acusados.Los jefes militares quedaron en prisión, pero fueron indultados por el ex presidente Carlos Menem entre 1989 y 1990.Parecía que nada iba a suceder, pero la lucha de los organismos de derechos humanos continuó sin descanso.
En 1977 habían aparecido las Madres de Plaza de Mayo, que conmovieron al mundo con su coraje y resistencia. Y también las Abuelas. El mundo conoció los horrores de la dictadura.No sólo argentinos, sino extranjeros, fueron asesinados aquí, lo cual abrió la posibilidad de juicios que comenzaron en el exterior.
Entre los hitos de la recuperación de la verdad en 1995, el ex capitán de marina Adolfo Scilingo confesó lo que ya se conocía entre familiares: la existencia de los llamados vuelos de la muerte, por medio de los cuales arrojaban vivos y drogados al mar a miles de prisioneros.
Fue el caso de las tres primeras Madres Fundadoras de Plaza de Mayo, secuestradas, torturadas y luego arrojadas vivas al mar y cuyos cadáveres aparecerían casi milagrosamente muchos años más tarde, como un dedo acusador.
Con la llegada de Néstor Kirchner al gobierno, en 2003, se produjo un fuerte cambio en el tema de derechos humanos. Hitos memorables fueron las medidas de separar de las fuerzas armadas a los responsables de aquellos hechos, la recuperación de los centros clandestinos de detención como la Escuela de Mecánica de la Armada, donde desaparecieron a unas 5 mil personas. También el envío al Congreso del proyecto por el que habían luchado los organismos para la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Lo anterior se concretó en 2005, y desde entonces se abrieron los juicios en todo el país. Hoy es un día histórico. Videla fue condenado finalmente.
No, no se podía fusilar. Pongamos un número, pongamos 5 mil. La sociedad argentina no se hubiera bancado (soportado) los fusilamientos: ayer dos en Buenos Aires, hoy seis en Córdoba, mañana cuatro en Rosario, y así hasta 5 mil. No había otra manera. Todos estuvimos de acuerdo en esto. Y el que no estuvo de acuerdo se fue. ¿Dar a conocer dónde están los restos? Pero, ¿qué es lo que podemos señalar? ¿En el mar, el río de la Plata, el riachuelo? Se pensó, en su momento, dar a conocer las listas. Pero luego se planteó: si se dan por muertos, enseguida vienen las preguntas que no se pueden responder: quién mató, dónde, cómo, esta fue una de las declaraciones de Videla que figuran en el libro El dictador, de María Seoane y Vicente Muleiro.