Entrevista a Jorge Armando Gómez, coordinador del área de Trabajo Regional del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas
Leandro Albani
Resumen Latinoamericano
Aunque el gobierno mexicano asegure que en el país se combate la violencia paramilitar, un recorrido por el estado de Chiapas muestra lo contrario. Estos grupos financiados, armados y entrenados con dinero del Ejecutivo e instructores del Ejército, todavía siguen en actividad. Si bien su presencia es más solapada y esporádica que a mediados de 1990, continúan armados y hostigando a comunidades indígenas, con el pretexto de detener el “avance zapatista”.
Las pruebas sobre la actividad paramilitar sobran: asesinatos, masacres como la ocurrida en el poblado de Acteal en 1997, robos de cosechas y ganado es un tema de conversación siempre presente cuando se recorren las comunidades. Todos los habitantes saben que están ahí, esperando nuevamente una orden para desenterrar sus armas y cometer toda clase de delitos. Quienes viven en las comunidades tienen claro también que las diferentes instancias gubernamentales sostienen una complicidad de muchos años con el paramilitarismo.
Entrevistado por Resumen Latinoamericano, Jorge Armando Gómez, coordinador del área de Trabajo Regional del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba), habló sobre la actualidad en Chiapas, la presencia paramilitar -ahora disfrazada en “organizaciones civiles”-, la complicidad de los gobiernos con estos grupos, y el rumbo que la mayoría de la clase política busca para México: la “colombianización” del país a través del Plan Mérida.
Conocido internacionalmente, el Frayba lleva a cabo un trabajo sistemático desde 1998 recolectando información y denunciando los crímenes, tanto de paramilitares como del Ejército. Quien lea algunos de sus informes anuales (www.frayba.org.mx), se encontrará con una situación crítica en Chiapas, donde la criminalización de la protesta está a la orden del día, mientras las comunidades indígenas resisten desde hace años toda clase de vejaciones.
-¿Cuál es la situación actual en Chiapas con respecto al paramilitarismo, sobre todo en relación con las comunidades indígenas?
-Para hablar de los grupos paramilitares hay que ver el antecedente. Estos se crearon como un experimento de la Secretaría de la Defensa Nacional para ciertas regiones de Chiapas donde, según documentos, el Ejército identificaba hacia dónde se podía expandir la influencia zapatista. En la zona que directamente estaba identificada como zapatista aplicaron la militarización. En la zona que ellos decían que se podía extender la influencia, crearon grupos paramilitares. Ellos cometieron miles de crímenes de lesa humanidad: desapariciones, ejecuciones, violaciones, además de muchos desplazados.
Esto empezó en 1995, sobre todo en la zona norte del Estado, en los municipios de Tila, Sabanilla, Salto de Agua, y hacia la parte de Los Altos, donde la punta del iceberg fue la masacre en Acteal en 1997. Como esto es una estrategia creada desde la Secretaría de la Defensa Nacional , se va modificando, entonces si el EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) ha caminado más por una vía civil y pacífica, modificaron esa estrategia. Entonces todos esos grupos paramilitares empezaron a esconderse en organizaciones civiles, sin embargo siguen existiendo, nunca fueron desarmados y tomaron causes “institucionales”. A lo que ahora se dedican es a hostigar a las comunidades, a las organizaciones y, principalmente, a las bases civiles del EZLN.
-¿Estos grupos paramilitares tuvieron entrenamiento directo del Ejército mexicano?
-Nosotros documentamos que tenían fuertes vínculos con el comandante de toda la región que va de Tuxtla hasta Tabasco. Fueron ellos quienes les dieron adiestramiento, las armas y el dinero. Para eso se utilizaron recursos de programas federales y estatales, entonces es todo un diseño de funcionarios que operan en esta lógica. También los presidentes municipales actuaron en esa lógica.
-Una de las justificaciones de la existencia del paramilitarismo por parte del discurso oficial, fue el supuesto conflicto entre las propias comunidades indígenas. Tanto paramilitares como gobierno, ¿esgrimen otras razones para justificar la violencia que llevan adelante?
-Esa es la razón donde buscan ocultar el conflicto. Esos grupos actúan movidos por funcionarios de gobierno, siempre terminamos documentando quiénes son los funcionarios y de dónde vienen las líneas de mando para hostigar. Lo que más bien se argumenta es que son conflictos comunitarios y de esta forma el Estado niega queson ellos y que están detrás de esa estrategia. Es lo que nosotros llamamos “estrategia integral de contrainsurgencia”, que es la militarización del Estado, la creación de grupos paramilitares para sembrar el terror, y toda la acción de las políticas de cooptación y división de las comunidades.
-¿Qué cantidad de grupos paramilitares pudo registrar el Frayba en todos estos años?
-Han ido cambiando, pero hay varios informes del Frayba donde están documentados todos los grupos. Uno de los más fuertes era el Movimiento Indígena Revolucionario Antizapatista (MIRA), que se forma en la parte de Las Cañadas, en la zona donde está más militarizado. Otros grupos son Los Chinchulines, en la zona de Chilón, y los Máscaras Rojas que se identificaban en la zona de Los Altos. Pero ha ido cambiando esta estrategia y se han ido “institucionalizando”.
Lo que pasó, y que nosotros fuimos monitoreando en los últimos tres o cuatro años, es que estos grupos se unieron, formaron alianzas territoriales y tienen la misma lógica de expansión y ocupación que los militares. Hay una organización que se llama OPDDIC (Organización para la Defensa de los Derechos Indígenas y Campesinos), donde se fusionó el MIRA y Los Chinchulines, entonces la OPDDIC creció mucho en la zona de Las Cañadas y corre hacia la zona norte de Chilón. Otra organización es Paz y Justicia, donde son todos paramilitares, pero siempre fue una “organización civil” que en el interior tenía un grupo paramilitar. Paz y Justicia sigue existiendo y tiene su sede en la ciudad de Palenque. Por otro lado, la parte más radical de este grupo se dividió y se fue a la zona norte.
-¿Cómo analizan ustedes el hecho de que el paramilitarismo recluta gente de las propias comunidades indígenas?
-Este es uno de los grandes retos que se tienen. Es lamentable, porque esta es la parte psicológica de la estrategia de contrainsurgencia: sembrar el terror y la división en las comunidades. Lo bello, maravilloso y la gran riqueza y aporte histórico que tienen los pueblos indígenas a nuestro país y a nuestra América Latina, es el sentido comunitario de la vida, de la lucha y de la esperanza. El gobierno, lo que busca, es atentar contra el corazón del tejido comunitario y llenarlo de miedo y odio. Eso es un crimen contra la humanidad. ¿Entonces qué pasa? Las comunidades están divididas, llenas de odios y rencores, miedos muy presentes en las poblaciones, miedos a organizarse, la palabra “organización” en algunas partes, donde fueron más crudos los paramilitares, genera miedos. Pero hay que ir recuperando el sentido de esperanza, que ellos rompieron. Eso es lo más fuerte, ver cómo el gobierno atenta contra el sentido de esperanza, que es atentar contra el sentido final de la humanidad. Pero los pueblos vienen resistiendo más de quinientos años a guerras muy crudas, a estrategias de exterminios, entonces esto es un capítulo más y nosotros tenemos la esperanza que vamos a salir adelante. El aporte histórico de los pueblos indígenas es que logran salir adelante pese a todo.
-¿El Frayba tuvo algún registro de que los paramilitares fueron entrenados directamente o tuvieron algún contacto con la Central de Inteligencia estadounidense (CIA) o el Ejército norteamericano?
-A lo grupos paramilitares no, porque la CIA le daba la asesoría directamente a los militares mexicanos, entonces los militares ya operaban la estrategia. No tenemos registros de que hayan entrado en los pueblos, pero a partir de 1994 México comienza a enviar a todos sus mandos militares a lo que fue la Escuela de las Américas. Ahí se formaron todos los mandos militares que después estuvieron en Chiapas. Sí sabemos de la presencia de agentes de la CIA en México. El año pasado, la organización que desclasifica los archivos de seguridad nacional de Estados Unidos, reveló uno documentos que eran cables de sus enviados en México. Es una clara muestra de que aquí estaban presentes, además de toda la asesoría y educación en la contrainsurgencia de los militares mexicanos que fue por parte del Ejército de Estados Unidos.
-¿El Frayba cómo ve a futuro la presencia paramilitar y militar en Chiapas?
-Lo que nosotros estamos viendo es que México va rumbo a colombianizarse. Los políticos son cada vez más cínicos al decir que tenemos que ir hacia ese rumbo. Nosotros lo preveíamos cuando empezamos a monitorear cómo se estaba dando todo esto. Cada vez es más claro y los políticos son bastante cínicos para decir que tenemos que aplicar un Plan Colombia, aunque ahora está el Plan Mérida que es una cosa parecida. Esto va creciendo, lo que pasó en Chiapas está pasando en todo el país y vemos que se va a recrudecer. Esto va a suceder porque el sistema político mexicano está fracturado, debilitado, deslegitimado y cada vez hay más conflictos sociales por todas partes. Con un gobierno, representante del Estado, tan debilitado no les está quedando otra que aplicar la fuerza.
Es lo más claro que se vio en este cambio de cuando salió Vicente Fox y entró Felipe Calderón a la presidencia. Calderón entró con una alianza con los militares, a darles mucho dinero a los militares, eso está claro en los presupuestos. Llegó a militarizar las policías, sacar a los soldados del Ejércitos y enviarlos con todas sus prestaciones y rangos a la Policía Federal , que es la que se encargó de hacer la represión, por ejemplo en Atenco y en Oaxaca. Ante esto, el único recurso que le queda al gobierno es estar golpeando a la población, pero al seguir golpeando ellos creen que van a fortalecer su legitimidad, pero al contrario, se están deslegitimando más. Entonces hay dos escenarios: el que se quede pasmado y con miedo, o el que se organice y luche.
Nosotros tenemos esa gran esperanza, porque es la experiencia y aprendizaje que como Frayba tenemos de los pueblos indígenas en Chiapas. Ante tanto dolor y tanto sufrimiento, siempre está la esperanza, que es lo último que se pierde. Esos escenarios vemos, pero con muchas esperanzas, porque hay también muchos movimientos sociales en México. Invisibles cada vez más por los grandes medios, pero ahí están, hay mucha comunicación desde abajo. Y desde abajo vamos construyendo y sabemos que hay muchos compañeros y compañeras, organizaciones, colectivos, familias, comunidades, y por ahí vamos a caminar.
- Fuente:
http://www.resumenlatinoamericano.org/index.php?option=com_content&task=view&id=2073&Itemid=1&lang=es
http://chacatorex.blogspot.com/
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