lunes, 9 de agosto de 2010

Saltos al abismo

Hace tiempo deberíamos haber entrado en un intenso debate sobre las decisiones a tomar ante la emergencia. Tendríamos que dar visibilidad a las iniciativas que se están emprendiendo con éxito en la base social, para generalizarlas. Deberíamos concentrarnos en articular nuestros esfuerzos para concretar juntos, sin violencia, cambios sustanciales en el régimen político y económico que causó el desastre y avanzar en la reorganización de la sociedad y la reformulación de la política.

Allá arriba, empero, todo parece reducirse a una cuestión electoral: a la definición de quién encabezará los aparatos del Estado. Éstos resultan cada vez más obsoletos e inadecuados, pero se sigue propalando la ilusión de que los nuevos dirigentes, Chana o Juana, emisarios del pasado o del futuro, unos basados en su larga experiencia de gobierno y otros en su obcecada voluntad de conquistarlo, podrán resucitar esos aparatos y hacerlos funcionar con una nueva orientación.


Pero el horno no está para bollos. La “ruptura epistémica” es real. Estamos ante cambios radicales en las imágenes que forman nuestra conciencia y de pronto resulta viable pensar lo impensable. No era posible concebir que se podía cortar la cabeza a los reyes hasta que se produjo la revolución francesa. Ha llegado el momento de pensar lo impensable. No es cosa de reyes, ni de partidos o líderes carismáticos. Con nuevos ojos y palabras, se trata ahora de crear un mundo nuevo, en el que quepan al fin muchos mundos.

gustavoesteva@gmail.com


http://www.jornada.unam.mx/2010/08/09/index.php?section=opinion&article=020a2pol


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