lunes, 8 de agosto de 2011

La guerra de Calderón y el hostigamiento a La Otra Campaña en Chiapas.



Kaik Julio 2011



En Medio de un panorama geopolítico de crisis ambiental, energética y social, los dueños del dinero tienen puestas sus expectativas en generar ganancias a lo largo de todo el territorio mesoamericano.

Para ello oponen diversos planes como el Proyecto Mesoamérica e IRSSA así como el acaparamiento de varios tipos de mercados que van desde la explotación y control de áreas estratégicas en recursos naturales prioritarios, pasando por los mercados armamentistas, y llegando hasta todos los mercados ilegales (tráfico de armas, drogas y personas).

Hay ganancias multimillonarias en este negocio y dichos mercados son fundamentales para el mantenimiento del sistema capitalista.

Para los empresarios de la industria de la guerra, México se ha vuelto prioritario. De manera legal, implementando planes de seguridad como la iniciativa Mérida, o de manera ilegal, encubriendo operaciones, en donde el paso de armas por la frontera norte es franco beneficiándose, como siempre, los proveedores de armamento que venden su producto a ambos bandos: alrededor del 70% de las armas incautadas en México en lo que va de la guerra de Calderón, provienen y fueron fabricadas en estados unidos.

La guerra que está viviendo México no es producto de una insurrección popular sino que viene dictada desde arriba y es en contra de todo el pueblo. La estrategia de Calderón no va a cambiar aunque cambie el partido en el poder. A la intervención militar y política de Estados Unidos se le ha dotado de un marco legal (plan de seguridad nacional) que le da permanencia y legitimidad. Estos son elementos de reflexión que nos indican que la estrategia de guerra parece no tener fin, porque como cualquier negocio, se mantendrá mientras siga generando ganancias.

Lo que en realidad se está disputando en esta guerra “contra el crimen organizado” es el monopolio de los mercados legales e ilegales a lo largo de todo el país. El aparato estatal en su totalidad esta infiltrado: la policía, el sistema de justicia, el ejército y la clase política. Es decir el Estado mismo es parte del crimen organizado.

Esta situación de violencia está rompiendo todas las relaciones sociales. Se vive con miedo y desconfianza, la mayoría de las y los muertos son civiles, se pisotean los derechos humanos todos los días. Incluso también se castiga con el delito de “crimen organizado” a quien se atreve a rebelarse y desobedecer este escenario de violencia que no decidió ninguno/a de nosotros/as.


Chiapas

Como parte de este contexto nacional, las comunidades, rancherías, pueblos y ciudades de Chiapas vivimos una guerra silenciosa de despojo. Además de la militarización en el estado y el reforzamiento de la frontera sur, la lucha por el control territorial se vive diariamente. La necesidad de las empresas, organismos internacionales, grupos criminales y gobiernos por disputarse y disponer de territorios enteros para beneficio económico, ha provocado el desplazamiento y usurpación de poblaciones enteras, violando su derecho al territorio y a la libre determinación. Los megaproyectos turísticos, de infraestructura y de “desarrollo” son parte de este reordenamiento territorial diseñado desde organismos multinacionales como el banco mundial.

Pero es en otra geografía y otro calendario, el de abajo, en donde viven las víctimas de su guerra que van sembrando redes de organización fuera de la lógica de la violencia y el dinero. Es abajo en donde los intereses comunes a todas y todos son los que cobran importancia. Y también es abajo donde se intentan crear redes propias, que desde la autonomía, respondan a las necesidades de la comunidad tomando control y decisión sobre su territorio. El ejemplo más claro son los Municipios Autónomos Zapatistas (MAREZ) que tejen redes construidas desde la autonomía y alimentadas día a día para levantar así una red sanitaria, una red educacional, una red cultural y una red de justicia. Del mismo modo hay comunidades con órganos de administración civil elegidos por la propia comunidad, rotativos y sin salarios, son las Juntas de Buen Gobierno.

Otra iniciativa que se está naciendo desde abajo es la Otra Campaña.

La Otra Campaña nace a partir de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona del EZLN como un esfuerzo por construir una nueva forma de organizarnos entre todas y todos, desde abajo y a la izquierda, para luchar contra el sistema capitalista. Y desde entonces, en todo el país, todas las organizaciones, grupos, colectivos e individuos que se sumaron están soportando un acoso constante, en forma de detenciones ilegales a sus integrantes, acusaciones falsas, tortura, abuso de autoridad, ataque de grupos paramilitares, así como la negación de la impartición de justicia. Es decir, que cualquier forma legítima de protesta ahora es trasformada en delito y que cualquier persona que exprese su indignación ahora es parte de una “conspiración”. Cualquier persona que se organice con otras en público seguro está cometiendo “motín” y cualquier persona que denuncie por medio de una acción informativa es acusada de “ataque a las vías de comunicación”. Igualmente, cualquier proceso organizativo que salga desde abajo, es invisibilizado por un cerco mediático que esconde y disfraza de “avances” y “desarrollo” esta guerra de despojo.

Por eso, para nosotras las compañeras de Kaik, es importante visibilizar las denuncias que desde La Otra Campaña en Chiapas se hacen, para hacer volar su palabra y ayudar a entrelazar esas redes entre las y los de abajo.

(Primera de 5 partes)



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